La protesta sociopolítica en Colombia: reflexión desde la Plataforma SEPA

Desde la plataforma SEPA se elabora este texto a partir de reflexiones y discusiones sobre el tema de la protesta en Medellín y en Colombia, especialmente con lo sucedido durante los últimos meses: el Paro Nacional que inicia en Noviembre de 2019, las protestas sucedidas durante el confinamiento y otras manifestaciones que se han presentado en el último año.

Cuando se habla de protesta se consideran algunos elementos básicos: i) esta se realiza por un sujeto colectivo, por lo general impreciso, que en todo caso plantea un desafío a sus oponentes a través de acciones y demostraciones públicas; ii) tiene un objetivo que suele estar moviéndose y precisando en la medida que transcurre la protesta; iii) construyen o redefinen identidades y discursos respecto a sus oponentes y a terceros; iv) para hacer posible lo anterior la protesta se sustenta en redes existentes, y/o creadas en el momento, de solidaridad y de confianza; v) se emplean diferentes recursos entre ellos los materiales, pero sin duda suelen ser tan o más importantes la fuerza, los conocimientos, el tiempo y los acumulados culturales.

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La protesta sigue siendo tal aún con la valoración negativa que hacen las autoridades de ella, más cuando precisamente se opone a esas autoridades o a algunas de sus decisiones y acciones. Las expresiones de la protesta que se hacen en público pueden ser entendidas como repertorios de protesta, y estos pueden tener múltiples formas que obedecen a los aprendizajes históricos organizativos, sociales y políticos pero siempre se adaptan a las condiciones del momento y a la interacción que se haga con autoridades y oponentes. 

Un momento importante en Colombia fueron las protestas asociadas al paro nacional, que aunque su momento de inicio fue el 21 de noviembre de 2019, hay antecedentes que iban marcando algunos cambios importantes, pero sin duda desde ese día por su dimensión y en los posteriores por su permanencia, se va haciendo visible y contundente una protesta que, aunque con elementos heredados, se presenta como novedosa en diferentes términos: nuevos actores, arengas y cantos creativos, presencias coloridas, repertorios resignificados. También ha sido contundente la política en la protesta, la lucha a su interior por ser diferente, por demostrar un desafío inédito, por tratar de hacer política en la diversidad. Aunque las acciones del paro fueron mermando y casi que desaparecen con el inicio de la declaración de emergencia en todo el país se mantienen manifestaciones de inconformidad. 

Durante el confinamiento obligatorio y la posterior apertura gradual, se ha mantenido el control de salida de la población, de reunión pública y las restricciones de relacionamiento social, lo anterior apoyado en las amenazas de un pandemia y en los temores derivados de ella. Aunque las razones principales son de salud, ha tenido repercusiones sociales y políticas, particularmente en la protesta, que ahora es restringida por mandatarios y deslegitimada por otros actores bajo el argumento de que son “foco de contagio”, ya no son sólo vistas como “amenaza a la paz y a la convivencia”, sino como “amenazas a la salud”. 

Es momento de reflexionar en los retos de la protesta a la sociedad, a los gobiernos, a la transformación cultural en la que se ha basado la protesta y que a la vez la protesta ha alimentado. Se necesitan lecturas complejas y profundas que logren explicar mejor lo que han sido estos momentos de protesta para no caer en “viejas explicaciones”, que poco o nada dicen de la movilización actual, y de lo que podría venir en los próximos años. Hay que preguntarse desde lo microterritorial, por las personas que participaron del paro, cómo lo hicieron, cómo se articularon con las organizaciones, qué caracteriza de manera particular la protesta en los territorios. 

También hay que indagar por la forma en que en Medellín se administra la protesta, el gobierno local para atender la violencia de la protesta o la simple posibilidad de esta, ha acudido a un protocolo que pretendía ser persuasivo, pero al recurrir a la burocracia y a la institucionalidad que históricamente ha desplegado la violencia estatal ha sido finalmente la represión de siempre. 

Son importantes los retos que van surgiendo, en primer lugar, que las organizaciones sociales, las Universidades, centros de pensamiento y otros actores, que se dedican a generar conocimiento, aporten a una mayor y mejor comprensión de la protesta en Colombia, de acuerdo a su historia, características propias y coyunturas políticas. En segundo lugar, la sociedad, en especial la que se organiza y se moviliza, los liderazgos consolidados y los que van surgiendo, deben entender la pluralidad de la sociedad, por ende de la protesta, hay que potenciar la diversidad como fortaleza. Por último se necesitan en el Estado gobernantes y funcionarios que comprendan los momentos de cambio por los que pasa el país, que aceleren y potencien los cambios que a la vez posibiliten: i) la consolidación de la paz desde los territorios, barrios y veredas; ii) la justicia que brinde más y mejores posibilidades, oportunidades y realidades para quienes se encuentran en situaciones más desventajosas;
iii) avances, ampliación, consolidación y cualificación democrática con el reconocimiento de la diversidad de actores, de sus diferentes formas de constitución, decisión y actuación.

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@PlataformaSEPA

Medellín (Colombia), 26 de agosto de 2020